La inteligencia artificial tiene problemas similares a quienes padecen de síndrome de Aspergers: no reconoce las emociones ni sabe actuar ante ellas. Y sus algoritmos responden a problemas similares y generan circunstancias nocivas para la gente. Por ejemplo, las redes sociales están diseñadas para que uno encuentre a sus amigos y a quienes piensan similar a como uno ve las cosas. El mundo real no es así, y necesitamos generar formas en que podamos activamente ver y comprender el punto de vista del otro. Si yo no entiendo a quienes piensan distinto a mí ni me presentan sus argumentos, es difícil poder comprender el mundo de manera adecuada.
Una idea relacionada es el proyecto de Twitter de enemigos.