Una frase clásica es que la inteligencia artificial se deja de llamar así cuando algo ya funciona. Es decir, nuestros computadores son en realidad inteligencia artificial pero no los vemos como tal por ser algo ya conocido y comprobado.
Siguiendo esa lógica, sería posible hablar de IA banal para referirse a acciones que hace 50 años parecerían imposibles pero que hoy son actividades cotidianas. Lo importante no es tanto reconocer esas actividades como inteligencia artificial banal, sino reconocer que es crucial poder explotar al máximo las capacidades que tienen nuestros computadores y los programas existentes de tal forma que nos ayude a llegar a los sueños de Keynes y las posibilidades de sus nietos (que somos, al final de cuentas, nosotros). Esto significa que tenemos la capacidad computacional para poder reducir nuestras jornadas de trabajo y lograr más con menos. Solo tenemos que reconocerlo y organizar nuestro trabajo de esa manera. Y dejar de usar los computadores como máquinas de escribir.